viernes, 28 de enero de 2011

Inauguramos la videoteca

Desde febrero, los socios del Centro Cultural y Biblioteca Popular Carlos Sánchez Viamonte (Austria 2154) contarán con un nuevo servicio a su disposición, la Videoteca.

El Centro Cultural y Biblioteca Popular Carlos Sánchez Viamonte, a través del Cineclub La Rosa, ha creado una Videoteca para consulta de sus asociados, entendiendo que se trata de un servicio más de una asociación civil sin fines de lucro.

El material podrá ser retirado por los Socios adherentes de la Biblioteca, el préstamo será domiciliario, sin que haya posibilidad de visualización en nuestra sede.

Al igual que con los libros, se podrán solicitar en préstamo hasta dos DVD de forma simultánea, pero en el caso de tener libros en su poder, se limitará a un sólo DVD. El plazo de préstamo, en ambos casos, es de cinco días corridos, sin posibilidad de renovación.

En caso de demora en la devolución, daños o roturas del material, las sanciones y/o multas correspondientes se regirán bajo el mismo reglamento de la Biblioteca.

Cómo asociarse a la Videoteca
Para retirar material audiovisual de la Videoteca es necesario previamente estar asociado al Centro Cultural y Biblioteca Popular Carlos Sánchez Viamonte, cumpliendo las normas y requisitos vigentes para el préstamo domiciliario de libros. Puede consultar cómo asociarse haciendo click acá.

Al momento de la adhesión a la Videoteca se deberán entregar 3 DVD vírgenes con sus correspondientes cajas, a modo de donación para ampliar el catálogo. Dicha membresía deberá renovarse anualmente bajo las mismas condiciones, pudiendo ser modificadas por la Comisión Directiva de la Biblioteca.

martes, 25 de enero de 2011

Aires de provincia

Segunda función del ciclo "Visiones de la guerra" con la crudísima mirada de Bruno Dumont y la parábola que lleva a dos muchachos de provincia a librar una guerra ajena a miles de kilómetros, con todo lo que ello puede significar. Flandres, el viernes 28 de enero a las 20 horas en Austria 2154, con entrada libre.


Viernes 28 de enero - 20 horas
FLANDRES
(Idem, Francia, 2006, color, 92 minutos)
Dirección y Guión: Bruno Dumont.
Producción: Jean Bréhat y Rachid Bouchareb.
Director de Fotografía: Yves Cape.
Montaje: Guy Lecorne.
Elenco: Adèlaide Leroux, Samuel Boidin, Henri Cretel, Jean-Marie Bruveart, David Poulain, Patrice Venant, David Legay e Inge Decaesteker.


Demester reparte su tiempo entre su granja y sus caminatas junto a Barbe, su amiga de la infancia. Él la ama, secreta y dolorosamente, aceptando de ella lo poco que puede darle. Al igual que otros de su edad, un día se marcha para una guerra lejana y completamente ajena a su entorno provincial.


La barbaridad y el desatino se hacen paisajes cotidianos de su nuevo camino en una trama que se complejiza y plantea nuevos interrogantes, entre ellos la crudeza de sospechar si existe la vida después de ese infierno.


Así de cruda es la visión de Bruno Dumont, como en el resto de sus películas, cuando escondiéndose en su ritmo lento va horadando la piedra de la naturaleza humana con frialdad. En su retrato está presente, sin condimentos, el horror de la guerra. 


Temporada 5 / Función 70
Cineclub La Rosa
Austria 2154

lunes, 24 de enero de 2011

A todo o nada

Comienza el díptico sobre la guerra con la última ganadora del Oscar, Vivir al límite. La directora Kathrym Bigelow y un potente ejercicio de tensión en pantalla. Será el miércoles 26 de enero a las 20, en Austria 2154.


Miércoles 26 de enero - 20 horas
VIVIR AL LÍMITE
(The hurt locker, EE.UU., 2008, color, 131 minutos)
Dirección: Kathryn Bigelow.
Guión: Mark Boal.
Producción: Kathryn Bigelow, Mark Boal, Nicolas Chartier y Greg Shapiro.
Dirección de Fotografía: Barry Ackroyd.
Montaje: Chris Innis y Bob Murawski.
Música: Marco Beltrami y Buck Sanders.
Elenco: Jeremy Renner, Anthony Mackie, Brian Geraghty, Guy Pearce, Ralph Fiennes, David Morse, Christian Camargo y Evangeline Lilly.


Polémica desde el comienzo, la película comienza con la cita de que ir a la guerra es como una adicción, y aquellos que la han probado quizás no puedan dejarla. Con ese argumento como base, la directora traza un relato en el que la tensión no decae nunca, a partir del seguimiento de un grupo de soldados de élite que tiene como misión desarmar bombas durante el combate.

La psicología del grupo será puesta a prueba con la irrupción de un nuevo sargento que parece no temer a la situaciones extremas a las que van siendo sometidos, y la historia avanza sin dejar tiempo para meditar cuáles son los motivos por los que se libra esa guerra, qué hacen esos hombres allí y por qué eligen permanecer en ese infierno.

La sumatoria de eventos, que podrían montarse en orden distinto sin que por eso cambiara el sentido de la historia, y grandes actuaciones, hacen una película sólida que merece verse en pantalla grande.

Ganadora de 6 premios Oscar, incluyendo Mejor Película, Dirección, Guión original y Montaje. Cosechó, además, otras tres nominaciones (Fotografía, Música y Actor protagónico para Jeremy Renner).


Temporada 5 / Función 69
Cineclub La Rosa
Austria 2154

jueves, 20 de enero de 2011

Visiones de la guerra

Comienza el tercer ciclo de nuestra quinta temporada, y hemos decidido girar hacia la reflexión con dos grandes películas parecidas, pero distintas: la última ganadora del Oscar, Vivir al límite, de Kathryn Bigelow, y Flandres, de Bruno Dumont, premiada en Cannes. Como siempre, con entrada libre y gratuita en Austria 2154.


Desde hace tiempo queremos presentar estas películas, que de alguna manera y sin tener contacto aparente, funcionan a modo de díptico y bien vale la pena verlas con pocos días de diferencia. Las dos hablan de lo mismo, se centran en un universo geográfico similar pero sin embargo plantean lecturas distintas de un mismo flagelo. Polémicas, para debatir y analizar, son dos excelentes propuestas cinematográficas para compartir.
Miércoles 26 de enero - 20 horas
VIVIR AL LÍMITE
(The hurt locker, 2008, EE.UU., color, 131 minutos)
Dirección: Kathryn Bigelow.

Altísima tensión en un juego permanente de locura y ansiedad, dentro de un comando destinado a desactivar bombas. Ganadora del Oscar a la Mejor Película en 2010.


Viernes 28 de enero - 20 horas
FLANDRES
(Idem, 2006, Francia, color, 91 minutos)
Dirección: Bruno Dumont

Descarnada y ascética, como todas las películas del francés Dumont, es una mirada cruda y desgarradora de una guerra que pueden ser todas las guerras. Gran Premio del Jurado en Cannes 2006.

El otro Hitchcock

Líder de los Soft Boys, referentes de la psicodelia y el post-punk británico a principios de los '80, Robyn Hitchcock -sin parentesco con su tocayo Alfred- construyó una prolífica carrera solista que lo llevó a ser un artista de culto. Uno de sus admiradores, Jonathan Demme, decidió filmarlo contra una vidriera y exponerlo al gran público. Pasen y vean Vidriera Hitchcock, el viernes 21 a las 20 horas, con entrada libre.


Viernes 21 de enero - 20 hs.
VIDRIERA HITCHCOCK
(Storefront Hitchcock, Estados Unidos, 1998, color, 77 minutos)
Dirección: Jonathan Demme.
Producción: Peter Saraf.
Dirección de fotografía: Anthony Jannelli.
Montaje: Andy Keir.


Jonathan Demme se propuso filmar durante dos días a su admirado Robyn Hitchcock, un músico inglés al que muy pocos conocen, pero muchos, dentro de un círculo que lo considera de culto, admiran.

Robyn Hitchcock se encontraba probablemente en el mejor momento de su carrera, en el cual gracias a las influencias de los R.E.M. consiguió firmar con un sello multinacional americano. Demme, quien ya había realizado Stop making sense, un rockumental de Talking Heads, y se había quedado con el Oscar por El silencio de los inocentes, decidió filmarlo en una vidriera de Manhattan.


Allí el cantante, con apenas un par de músicos invitados, despliega además de sus canciones (debidamente subtituladas al castellano en la versión que veremos del film) todo su arsenal de historias y relatos que las hilvanan, siempre rondando el surrealismo y el absurdo, en la línea de Syd Barrett, mezclado con algo de John Lennon y otro poco de Bob Dylan.

Vale la pena aceptar el desafío y espiar a este cantautor, como lo hace la gente que camina por la calle y se anima a asomarse a esa vidriera.


Amenizarán la velada fragmentos de Ashes of American flags, con Wilco.

Temporada 5 / Función 68
Cineclub La Rosa
Austria 2154

lunes, 17 de enero de 2011

El muerto que canta

Con motivo de la proyección de Vidriera Hitchcock (viernes 21 de enero a las 20 horas), rescatamos este artículo escrito por Rodrigo Fresán para el diario Página/12 un día como hoy, pero de 1999...


Parte John Lennon, parte Syd Barret, parte Bob Dylan, parte Ray Davies completamente Robyn Hitchcock... Este músico de músicos era, hasta hace poco, un saludable fenómeno de culto. En el nuevo film de Jonathan El silencio de los inocentes Demme amenaza con volverlo un poquito más famoso. Pero no hay que preocuparse demasiado: pocas probabilidades de que un tipo que escribe canciones sobre el cáncer y lobotomías le gane a Celine Dion.

En el film Storefront Hitchcock -saludable retorno de Jonathan Demme al documental rock de ideas luego de su celebrado Stop Making Sense junto a los Talking Heads allá lejos y hace tiempo-, el músico inglés aparece, con la indolencia de un maniquí animado, instalado en la vidriera de un negocio de la calle 14 de New York, acompañado por una guitarra, hablando, cantando, guardando silencio, volviendo a hablar. Diciendo cosas como: “Esta es una de las canciones más alegres que he escrito. Se llama ‘The Yip Song’ y trata sobre la muerte de mi padre. Era pintor y novelista. Murió de cáncer”. Y entonces el músico inglés arranca con ganas y una sonrisa. Y, de acuerdo, es una melodía saltarina y feliz por más que los versos digan y canten cosas como “La septicemia siempre vence / Límpianos ahora con tu mueca sanadora / En coma por arriba, en coma por abajo / La sangre es preciosa, ¿sí o no? / Yo creo en la cirugía, eso es un hecho / Creo en hacerla fácil / Creo en la cirugía, pero nunca actúo / Creo en hacerla fácil / Este viejo, ya se fue; ya se fue y lo siento tanto”. Adentro, en el pequeño set que ha armado Demme, el público -escondido- sigue el ritmo entusiasmado; afuera alguien pone su cara contra el vidrio para ver qué es lo que está pasando ahí adentro. Y están pasando muchas cosas. Conozcan a Robyn Hitchcock.

EL TEMA
Ya se dijo: el tema favorito de Robyn Hitchcock -tema de sus canciones, tema de conversación, tema de lo que sea- es LA MUERTE. Con mayúsculas. A no confundirse: no el miedo a la muerte o a morir. LA MUERTE. Y punto. Final. Y principio. Desde el principio -desde principios de los 70- fue así, desde sus años liderando la banda psicodélica y underground inglesa. The Soft Boys. Tres álbumes imprescindibles de lo que hoy es considerado, para el nuevo brit-pop, lo que The Velvet Underground fue para la música de garaje norteamericana. A Can of Bees (1979), el magistral Underwater Moonlight (1980), Invisible Hits (1983), y The Soft Boys 1976-81, recopilación de grandes éxitos y rarezas. Ahí, ya aparecen canciones como “A Sandra le están extirpando su cerebro” o “Sólo las piedras permanecen”. Más tarde, solista o en banda, otros títulos terminales: “Nunca dejes de sangrar”, “Cuando yo estaba muerto”, “Entonces eres polvo”, “¿Dónde vas cuando te mueres?”, “Mi esposa y mi esposa muerta”, “Devorada por su propia cena”, “Hágase más oscuridad”, “Señor Mortal”, “Una calavera, un portafolios, y una larga botella roja de vino”, “Quita tu cuchillo de mi espalda”, “Suena formidable estar muerto”. Pero, atención, la música de Hitchcock no es depresiva ni deprimente. Todo lo contrario. Suenan, sí, formidables estas canciones sobre estar muerto. Música que -por atemporal- difícil que se ponga de moda. Allí adentro conviven el primer Pink Floyd de Syd Barret, los últimos Beatles de John Lennon, el Bob Dylan con perpetua visión de futuro y la nostalgia progresista de Ray “The Kinks” Davies. Surrealismo realista. Y, antes que nada y después de todo, la idea sustantiva de que todos nos vamos a morir. Temprano o tarde. “Mi música no está diseñada para los niños. Está diseñada para adultos como niños. Y en cuanto a mi obsesión con la muerte... Es la única cosa de la que nunca podrás escaparte y, al mismo tiempo, la única cosa que nunca llegaremos a conocer bien. La clase de regalo de Navidad que nadie quiere abrir para averiguar que hay ahí adentro. Otros, en cambio, no pueden esperar a arrancarle el papel y ver de qué se trata. Así de fascinante y intimidante es el asunto. Así que no puedo pensar en algo que sea más atractivo que la muerte. Todas las religiones se concentran en la muerte. Y, por supuesto, la muerte mientras estamos vivos es la forma en que nos relacionamos con nuestras inseguridades. Uno no necesita de la religión cuando es joven porque tiene a sus padres. Pero entonces uno crece y empieza a prestarle atención, y tal vez reconciliarse, con la idea de que quizá nuestra vida termine de golpe, en el próximo minuto. Por eso, lo mío es la muerte. Y el tiempo. Y el sexo. Tenemos la muerte y, por lo tanto, tenemos que ocuparnos de reemplazarnos a nosotros mismos. Si no existiera la muerte, probablemente no existiría el sexo. Por eso el sexo siempre está ahí. Va a ser lo último en irse. La gente va a estar fornicando durante el fin del mundo. Bien por ellos. Tomamosa la ley de la gravedad como un hecho y el hambre y la empatía y la pasta de dientes. En cambio yo, que soy una persona básicamente insegura de todo salvo de mis propios apetitos y mi propia muerte, tal vez me las arregle para irradiar eso en mis canciones. Mi obra es, por lo tanto, discretamente corrosiva. Muy despacio yo voy carcomiendo la estructura del mundo tal como se lo conoce y se lo acepta. Es mi pequeño grano de arena para descubrir qué es lo que hay debajo de toda esa arena.”


LA CANCION
La canción más representativa -su canción favorita, además- de Robyn Hitchcock se llama “Airscape”. Aparece en Element of Light -luminoso opus 1986 de R.H. junto a su banda The Egyptians- y es la puesta en letra y música de una epifanía o satori o lo que ustedes prefieran. La sentida descripción de la playa de la Isla de Wight. “La isla con forma de diamante de la que vengo yo”, explica Hitchcock en uno de los monólogos introductorios a sus canciones que constituyen buena parte del atractivo de Hitchcok en vivo (del mismo modo que los libritos de sus compacts se ven siempre enaltecidos por sus cuadros, dibujos y cuentos) que el reciente compact Storefront Hitchcock: Music from the Jonathan Demme Movie ha convertido en algo portátil y posible a la vez que demuestra la necesidad de registros live para la justa apreciación de los méritos de un artista.

“‘Airscape’ trata sobre las playas de esa isla donde quiero que se esparzan mis cenizas cuando yo muera. Mi lugar favorito en el mundo y el sitio a donde he estado yendo todos los veranos a lo largo de mi vida. Allí puedo sentir el paso del tiempo como algo palpable. Puedo verlo en los acantilados, en las diferentes capas de roca como si se tratara de una torta gigante que se ha venido cocinando a lo largo de millones de años. Siglos y siglos de acumulación de tierra y polvo y arena. Uno puede medir lo infinito en esa playa y el modo en que tu pequeña y humilde existencia puede llegar a modificarlo o no. Cada año camino por esa playa, un poco más viejo y un poco más gordo... y la cuestión es que la arena también erosiona. El suelo es muy blando allí, se deshace y la playa pierde unos metros más y el océano avanza. Así que nada me cuesta imaginarme, cuando miro mar adentro, que por ahí solían caminar las personas, personas que ahora no son más que fantasmas caminando sobre médanos fantasmas cubiertos por las olas.”

LA FELICIDAD
Lo que no implica que Robyn Hitchcock no sea un tipo feliz y que sus canciones -ya se lo dijo, no importa que traten del cáncer de su padre- no sean felices. Claro que la felicidad de Hitchcock no es ja ja ja ja sino -diferencia fundamental- je je je je. La felicidad de Hitchcock pasó por sitios diferentes y pocos frecuentados en el rock de siempre y de aquí y ahora. Aun así, señas particulares reconocibles: unavoz nasal en el centro exacto entre Lennon y Dylan, melodías cristalinas que pueden remitir a The Byrds pero, también, a cierto desaforado burlesque inglés del Soho. El tipo de música que le gustaba a Jack el Destripador pero también a Sherlock Holmes, seguro. Hitchcock se sabe antiguo pero no anticuado. Mejor proustiano, como Ray Davies. Y la coherencia y solidez de una línea de conducta le alcanza y le sobra para llevar un buen pasar y la vida sin tensiones de un saludable fenómeno de culto admirado por una estable legión de fans, buena parte de la crítica y hasta bandas com R.E.M. que -sintiéndose en deuda- consistió en funcionarle como músicos de sesión a la altura de 1991 y Perspex Island, uno de los mejores trabajos de Hitchcock. Pero lo viejo de Hitchcock y lo nuevo de Hitchcock no ofrece muchos cambios. Hitchcock siempre es bueno.

“Nunca trato de hacer algo nuevo. Ni siquiera escucho mucha música nueva y mi ropa sigue siendo del tipo que usaba y se usaba en los 60. Es gracioso, supongo que estoy pagando el precio de haber sido un adicto terminal a la moda durante mi adolescencia. Ahora permanezco detenido en el pasado. No tengo complicaciones y tampoco soy uno de esos iracundos a destiempo. Me divierto. Pienso en todo lo que admiro a Dylan pero también pienso en cómo destruyó la diversión trayendo tanta furia a la música popular. No sé, miro mi colección de discos y pienso que me gustaría escuchar un poco de música que no fuera tan enojada. Así están las cosas ahora, de Dylan a Radiohead. Prefiero un poco de soul o las canciones de Cole Porter. Algo que no esté tan teñido de malevolencia. De acuerdo, alguien tenía que hacerlo, pero la música pop blanca nunca se repuso de toda esa furia liberada por Bob. Y a mí me cuesta tanto enojarme.”


LA MELANCOLIA
Pero a Hitchcock poco y nada le cuesta ponerse melancólico entendiendo a la melancolía como una de las Bellas Artes, aquello que hace al hombre superior al resto del reino animal exceptuando a los siempre melancólicos cuadrúpedos de Disney. Pero es poco probable que los estudios de Mickey Mouse le encarguen canción a Hitchcock. Para eso está Elton John quien, seguro, le arrancó para siempre la oportunidad a Hitchcock de pergeñar sentido réquiem-pop sobre Lady Di. Algo sobre hierros retorcidos y princesa en fuga y noches y estrellas y morir en París. La melancolía en Hitchcock no es la melancolía de Lennon a la altura de “In My Life”, pero sí la de “A Day in the Life”. La melancolía en Hitchcock no es el reproche clasista de Ray Davis en Arthur pero si la cariñosa elegía por un pasado irrecuperable del mismo músico a la altura Village Green Preservation Society.

Cuatro álbumes solistas configuran la indispensable Tetralogía Hitchcock de Decadencia, Muerte y Regeneración: I Often Dream of Trains (1984), Eye (1990), You and Oblivion (1995), y Moss Elixir (1996). Allí -lejos de su banda y de casi todo- Hitchcock canta sobre trenes que ya no corren, edificios que ya no están, los deseos de haber sido una linda chica, la luz sacra de las catedrales y los ventanales de los hoteles, la buena conducta de los ojos y la mala disciplina de ciertas miradas, los atardeceres en las novelas de Raymond Chandler y las noches en los cuadros de De Chirico, la vertiginosa lentitud del amor y la velocidad inerte de las cosas. Quienes no quieran arriesgar tanto de golpe y prefieran una suerte de menú degustación con un poquito de todo, ahí está el práctico y antológico nunca-grandes éxitos que es Uncorrected Personality Traits: The Robyn Hitchcock Collection o se puede pasear sin prisa por su web-site oficial The Museum of Robyn Hitchcock donde -a la altura del guardarropa- se nos informa que nuestro héroe fue “concebido en Estocolmo, 1952, para nacer al año siguiente en Paddington, Londres”, se nos advierte que el museo todavía está en construcción, que todos los visitantes son bienvenidos y que la historia continúa.

LA PELICULA
O, también, buscar y encontrar Storefront Hitchcock en su disquería amiga. En CD y en vinilo. Porque son dos álbumes diferentes. El primero es simple pero complejo. El segundo es doble y obedece a la necesidad confesa de Hitchcock de que “desde el Blonde on Blonde de Dylan que tengo ganas de tener mi propio disco doble”. Los dos -juntos o por separado- ponen de manifiesto aquello que el músico siempre dijo: “Para mí tocar mis canciones en vivo es un poco como soñar en público con los ojos bien abiertos”. Y ahora todo eso -los cangrejos, los tomates, los dioses egipcios, los sapos, las enfermedades, las avispas, los amores malditos y la bendición del sexo- están en la película de Jonathan Demme. El director -fan de siempre- y el músico se conocieron en un show y se hicieron amigos. Rápido. “Nunca me habían ofrecido hacer una película”, dice Hitchcock, “Así que me pareció que lo más educado era aceptar”. La puesta de Storefront Hitchcock es engañosamente sencilla pero casi brutalmente reveladora: un músico con guitarra eléctrica o acústica en la vidriera de un negocio cantando a solas -a veces acompañado por otra guitarra o un violín-, un frente a cuatro cámaras y un público invisible. A veces de día, otras de noche. Los contrapuntos visuales a las canciones son contados pero decisivos: una lamparita, las fechas de nacimiento y muerte del padre de Hitchcock. Hay clásicos como su “Glass Hotel” o el “The Wind Cries Mary” de Hendrix, pero también novedades compuestas a medida: “1974” -el año en que Hitchcock empezó a tocar profesionalmente en los pubs de Cambridge- es una obra maestra instantánea donde se habla de la época “donde todo se detuvo, el año en que la revolución alcanzó la inercia”, o el aguerrido “Let’s Go Thundering” o antiguos susurros como “I’m Only You” donde una sentida canción de amor divino es presentada con un monólogo anticlerical donde insiste en ser “una persona eminentemente espiritual. Creo firmemente en Dios. Pero la manipulación ejercida por la religión organizada siempre me pareció algo peligrosamente cercano a la pornografía”. Allí, más adelante, canta y dice: “Soy un espejo rajado de lado a lado” y, a la altura del estribillo: “A veces cuando estoy solo nena, soy nada más que tú”. De eso se trata y de eso trata el mundo según Robyn Hitchcock. La posibilidad de no dejar de ser uno mismo para, primero, intentar convertirse en aquello que más se ama. Una vez conseguido esto, el cielo o el infierno son el límite. Muchos -el psicodélico Syd Barret devenido carné de electroshock- se pierden por el camino o, en el mejor de los casos, terminan haciendo el ridículo. Lo raro, lo que lo vuelve imprescindible, es que este músico nombre de bandido justiciero y apellido de siniestro director de cine se mueve con gracia, no pierde el equilibrio, canta sus sueños, sin que eso lo prive de cerrar el negocio -puede oírse en el compact antes del final- con una conversación donde Hitchcock se pregunta de dónde habrá salido ese pelo en su comida kosher. Lo que, seguramente, no demorará en inspirar alguna canción sobre los pelos, las playas, los muertos, el todo y la nada.

Esas cosas.
 
Rodrigo Fresán
Radar, Diario Página/12, 17 de enero de 1999

En defensa de Jafar Panahi y Mohammad Rasoulof

El Centro Cultural y Biblioteca Popular Carlos Sánchez Viamonte y el Cineclub La Rosa adhieren y apoyan a la convocatoria en defensa de la libertad creativa de los cineastas Jafar Panahi y Mohammad Rasoulof, y por la abolición de las condenas que les han sido aplicadas. Para ello, se realizará un encuentro frente a la Embajada de Irán (Av. Figueroa Alcorta 3229) el jueves 30 de enero a las 17:30 horas.

"Juzgarme es juzgar al conjunto del cine comprometido, social y humanitario iraní; el cine que tiene la intención de situarse por encima del bien y del mal, el cine que no juzga y que no se pone al servicio del poder y del dinero, sino que hace lo posible para dar una imagen realista de la sociedad"
Jafar Panahi

El prestigioso cineasta iraní Jafar Panahi fue encarcelado por el gobierno de su país y sentenciado a una condena que le impedirá escribir guiones, filmar y dar entrevistas durante los próximos veinte años. En resumen, Panahi no podrá llevar a cabo tareas creativas, lo cual significa una sentencia a muerte-en-vida para un creador en su etapa de mayor desarrollo.

El cineasta iraní Mohammad Rasoulof también ha recibido la misma sentencia, acusado de conspiración y propaganda contra el gobierno.

Para repudiar este hecho, el jueves 20 de enero a las 17:30 horas en la Embajada de Irán (Av. Figueroa Alcorta 3229) habrá una convocatoria para efectuar una protesta pacífica y decidida, sumándose de este modo a una campaña internacional cada vez más creciente para exigir las anulaciones de las condenas aplicadas a Panahi y Rasoulof y expresar, de esta manera, nuestra lucha por las libertades individuales en todos los rincones del planeta.

"Somos un grupo de ciudadanos sin fines de lucro, sin aspiraciones de prestigio ni de reconocimiento. Simplemente, queremos cumplir con nuestro deber moral, nuestro compromiso: expresar nuestro repudio a todas las formas de autoritarismo, al empleo de la fuerza para censurar las expresiones artísticas y creativas", dice la gacetilla, a la que adherimos y apoyamos.

Panahi y Rasoulof
Jafar Panahi nació el 11 de julio de 1960. En 1995 ganó la Cámara de Oro en el Festival de Cannes por la película El globo azul, en 2000 el León de Oro en Venecia por El círculo, en 2006 el Oso de Plata de Berlín por Offside. El espejo, de 1997, es otra de sus recordadas películas.

Mohammad Rasoulof nació en 1972. Dirigió cuatro largometrajes, entre los que destacan La isla de hierro (2005), seleccionada para la Quincena de Realizadores de Cannes, y The White Meadows (2009), selección oficial del Festival de San Sebastián.

El caso movilizó a personalidades del cine como Steven Spielberg, Juliette Binoche, Abbas Kiarostami, el Delegado General del Festival de Cannes, Thierry Fremaux, la Cinemateca Francesa y la Sociedad de Autores y Compositores Dramáticos, encabezada por el director Bertrand Tavernier. Además, el Festival de San Sebastián emitió un comunicado de apoyo.

En nuestro país, se expresaron a favor de los cineastas el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y Directores Argentinos Cinematográficos, DAC, entre otros.

domingo, 16 de enero de 2011

Qué fantástica, fantástica esta fiesta

El ciclo homenaje a Blake Edwards termina con La fiesta inolvidable y otra magnìfica actuación de Peter Sellers. Desbordante de humor, otro clásico de la comedia hollywoodense. Será el miércoles 19 de enero a las 20 horas, en Austria 2154. La entrada es libre y gratuita.

Miércoles 19 de enero - 20 horas
LA FIESTA INOLVIDABLE
(The party, Estados Unidos, 1968, color, 99 minutos)
Dirección y Producción: Blake Edwards.
Guión: Blake Edwards, Tom Waldman y Frank Waldman.
Dirección de fotografía: Lucien Ballard.
Montaje: Ralph E. Winters.
Música: Henry Mancini.
Elenco: Peter Sellers, Claudine Longet, Marge Champion, J. Edward McKinley y Fay McKenzie.

Peter Sellers es Hrundi V. Bakshi, un torpe actor hindú que hecha a perder la filmación de la película que está filmando. Por un error, cuando el productor quiere echarlo para siempre de su vida, termina siendo invitado a la grandiosa fiesta que está por dar en su mansión.

La magnífica interpretación de Sellers hace que la película, que se desarrolla casi por completo en el ámbito de esa fiesta desmadrada a partir de su presencia, sea un sinfín de gags visuales y situaciones cada vez más desopilantes, que remiten a la vieja comedia muda.


Temporada 5 / Función 67
Cineclub La Rosa
Austria 2154

jueves, 13 de enero de 2011

Esto es Pomelo

Con Esto es Spinal Tap Rob Reiner expuso de manera sarcástica, mediante un falso documental, todos los clichés de la estrella de rock. El viernes 14 de enero a las 20 la proyectaremos en el Cineclub La Rosa, Austria 2154, con entrada libre y gratuita.

Viernes 14 de enero - 20 horas
ESTO ES SPINAL TAP
(This is Spinal Tap, EE.UU., 1984, color, 82 minutos).
Dirección: Rob Reiner.
Producción: Karen Murphy.
Guión: Christopher Guest y Michael McKean.
Dirección de Fotografía: Peter Smokler.
Montaje: Kent Beyda y Kim Secrist.
Música: Christopher Guest, Michael McKean, Rob Reiner y Harry Shearer.
Elenco: Rob Reiner, Christopher Guest, Michael McKean, Tony Hendra, Harry Shearer y Bruno Kirby.


Marti Di Bergi es un director que decide hacer una película sobre "la banda de rock más ruidosa de la historia", el grupo de heavy metal inglés Spinal Tap, en su última -y desafortunada- gira por los Estados Unidos. Este falso documental parodia todos los clichés que se le achacan a ciertas actitudes del rock, y al mismo tiempo es un homenaje a todo aquello que nos gusta de un movimiento que va más allá de la música.

Con el tiempo, la primera película de Rob Reiner (Cuenta conmigo, Misery, Cuando Harry conoció a Sally) se transformó en un clásico de culto y un referente de los "rockumentales". Tanto, que hubo que crear a los verdaderos Spinal Tap para que salieran de gira y grabaran discos...

Amenizarán la velada fragmentos de Minimum Maximum, de Kraftwerk.

Temporada 5 / Función 66
Cineclub La Rosa
Austria 2154

viernes, 7 de enero de 2011

Un trabajo para Clouseau

El genial Blake Edwards nos dejó sus comedias para reir hasta que duelan las mandíbulas, y a ello nos disponemos con las dos películas programadas en el ciclo que le rendirá homenaje, a un mes de su muerte. El miércoles 12 de enero a las 20 horas será el turno La Pantera Rosa, en Austria 2154, con entrada libre.

Miércoles 12 de enero - 20 horas
LA PANTERA ROSA
(The Pink Panther, 1963, Estados Unidos, color, 115 minutos)
Dirección: Blake Edwards.
Guión: Blake Edwards y Maurice Richlin.
Producción: Martin Jurow.
Dirección de Fotografía: Philip H. Lathrop.
Montaje: Ralph E. Winters.
Música: Henry Mancini. 
Elenco: Peter Sellers, David Niven, Capucine, Robert Wagner, Claudia Cardinale, John Le Mesurier y Brenda de Banzie.

Peter Sellers decía que comenzaba a pensar la caracterización de un personaje a partir de la voz que tendría. De sus celebres interpretaciones de "extranjeros" dos quizás son los más recordados: el hindú Hrundi V. Bakshi de La fiesta inolvidable (que veremos el miércoles 19) y el indescriptible Inspector Jacques Clouseau que inmortalizó en la saga de La Pantera Rosa.


En este primer protagónico encarnando al inepto oficial francés, su misión será atrapar un ladrón de joyas que ha huido con el diamante que da título al film. El policía más torpe de Europa, puesto al frente de la investigación, no puede más que convertir al relato en una serie de momentos hilarantes que crecen con el correr de los minutos.

David Niven, como un un rico playboy inglés, su bella amante-esposa de Clouseau (Capucine), Robert Wagner y la inigualable Claudia Cardinale completan un elenco de lujo.


Temporada 4 / Función 65
Cineclub La Rosa
Austria 2154

Sobre Los Beatles en Estados Unidos

Sin lugar a dudas la llegada de Los Beatles a Estados Unidos significó un antes y un después en la historia del rock. Por un lado, desataron un furor y provocaron un revuelo nunca antes visto en aquél país: el fenómeno que ya era conocido en Inglaterra y parte de Europa como “Beatlemanía” (bautizado así por un titular del diario Daily Mirror) cruzaría sus fronteras para instalarse en Norteamérica y en el mundo.


Por otro lado, la magnitud del éxito logrado allí por Los Beatles, dio origen a la denominada “Invasión británica”, ayudando a otras bandas (como los Rolling Stones o The Who) a copar el mercado americano, que hasta ese entonces había permanecido impenetrable para formaciones extranjeras. Como si todo esto fuera poco, además hicieron de la industria discográfica inglesa, una de las más fuertes a nivel mundial.

Previo a la partida de los Beatles hacia Nueva York, la banda disfrutaba de un éxito total en su país (poco tiempo antes habían tocado inclusive para la realeza) y venían de triunfar en Suecia y en Francia.

Pero los “fab four” sabían que para dar el gran salto tenían que hacer lo que ninguna formación de origen británico había logrado hasta el momento: triunfar en la “meca de la música” que para ellos suponía Norteamérica.

A su vez, eran conscientes de que grandes estrellas británicas como Cliff Richard habían pasado sin pena ni gloria por aquél país, compartiendo cartel con bandas locales de segunda categoría.

Por eso mismo decidieron informarle a su manager, Brian Epstein que hasta no tener un número uno en los charts norteamericanos no viajarían a aquel país. Una decisión en principio riesgosa, pero finalmente acertada.

En el ínterin del concierto brindado al Orden Real y la gira por Francia, Epstein emprendió su viaje a Estados Unidos en búsqueda de un sello discográfico que esté dispuesto a difundirlos. La filial americana de los estudios EMI, Capitol Records se negaba a difundir los simples “Please please me” y “She loves you” que ya habían logrado el primer puesto en el Reino Unido. Brian consiguió dos pequeños sellos que los aceptaron: VJ y Swan respectivamente. Pero ambas canciones desaparecieron tan pronto como fueron distribuidas.

El manager de la banda sin embargo tenía una carta bajo la manga: sabía del poder de la televisión y del impacto que habían logrado los Beatles en el programa inglés “Sunday night at the Palladium” siendo vistos por quince millones de personas. Sabía también que el programa más visto en Estados Unidos en 1963 había sido el “Ed Sullivan Show” y que el mismo Sullivan era un empresario sagaz, capaz de ser el presentar a la banda por primera vez en Estados Unidos, aunque fuese solo por curiosidad.

Sullivan recordaba además haber estado presente en el aeropuerto de Heathrow junto al Primer Ministro Edward Heath el día que los Beatles llegaron de Suecia y fueron recibidos en su país por miles de seguidores, algo que llamó poderosamente la atención del famoso conductor de televisión, sumado a la información que le brindaban sus fuentes acerca de las hazañas de los Beatles, todo parecía indicar que era el momento para contratarlos y tenerlos en su programa.

En una reunión con el yerno de Sullivan, Bob Precht, quien también era productor del programa, este último le explicó diplomáticamente a Epstein que la idea de la producción era contratarlos para una única presentación, como una especie de novedad.

Pero el manager de los Beatles se rehusó. Sabía que Ed Sullivan era el mejor, pero ellos también lo eran. Finalmente llegaron a un acuerdo extraordinario: Los Beatles no encabezarían uno sino ¡tres programas consecutivos!

Entonces, con el contrato firmado con Ed Sullivan en el bolsillo, Epstein se dirigió nuevamente a Capitol Records. Allí les hizo escuchar el último single de Los Beatles “I want to hold your hand” el cual, según explicó, había sido compuesto teniendo en cuenta el sonido norteamericano, y que conjuntamente con la presentación de la banda en el “Ed Sullivan Show” podría llegar a tener tanto éxito en Estados Unidos como en Inglaterra. A regañadientes un director de operaciones de Capitol aceptó distribuir el single, sobre una base limitada y que sería puesto en circulación a fines de diciembre de 1963.

Epstein regresó a Londres totalmente satisfecho con los tratos conseguidos en Norteamérica, a mediados de noviembre. Tan sólo una semana después sería asesinado John F. Kennedy, conmoviendo al país y al mundo. Hacia fines de aquél año la nación estaba destrozada por semejante suceso y ansiaba algo que les levante el ánimo. Nadie esperaba que fuese un grupo musical pop.

“I want to hold your hand” fue puesta en circulación el 26 de diciembre. Para el 18 de enero de 1964 se hallaba en el puesto cuarenta y cinco de las listas de venta de Billboard. Casi instantáneamente se televisaron unos minutos de película (filmados en Inglaterra) en el programa de Jack Paar, lo que significó la primera aparición de Los Beatles en la televisión norteamericana. Una semana después de haber sido televisado ese clip, “I want to hold your hand” saltaba al tercer puesto, y a la semana siguiente era el primero.

Los Beatles, quienes se encontraban en su serie de presentaciones en el teatro Olimpia de París, recibieron la gran noticia mediante un telegrama. Se les comunicaba que en los últimos cinco días se habían vendido un millón y medio de ejemplares. Inclusive en Estados Unidos mismo, donde se suponía que un disco de éxito alcanzara un máximo de doscientas mil ventas, las cifras eran totalmente desproporcionadas. Un álbum, “Meet The Beatles” (Conozca a Los Beatles) fue editado y llevado a las tiendas de discos norteamericanos a toda prisa, y de la noche a la mañana pasó a ser el LP más rápidamente vendido en toda la historia norteamericana de las grabaciones.

Los Beatles consiguieron lo que hasta el momento había sido imposible para todas las bandas británicas: conquistaron Estados Unidos. Nada volvería a ser igual para ellos al pisar por primera vez el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York el 7 de febrero de 1964. A excepción de Lindbergh, nadie había sido recibido jamás por tanta gente y con tanta euforia. Los documentalistas y hermanos Albert y David Maysles fueron contratados para registrar cada momento de la banda en aquél país: en hoteles y clubes nocturnos, en sesiones fotográficas, conferencias de prensa, viajando en limusinas y trenes, lo cual es una verdadera joya para los admiradores de Los Beatles.

Este maravilloso documental que registra un momento épico en la historia del rock incluye las tres presentaciones realizadas para el “Ed Sullivan Show” (la primera de ellas batiendo record absoluto de audiencia, con 73 millones de espectadores) además de su concierto debut en el Coliseo de Washington.

Afortunadamente, una vez finalizada la gira por Estados Unidos, Los Beatles regresaron a su país con una tremenda confianza en sí mismos, y en lugar de conformarse con el éxito allí obtenido, seguirían batiendo records y trabajando para regalarnos la música más extraordinaria del Siglo XX.

Cristian Nicolás García
Especial para Cineclub La Rosa

The Beatles: la primera visita a los Estados Unidos, se proyectará en el Cineclub La Rosa el viernes 7 de enero de 2011 a las 20 horas. Para más información haga click acá.