sábado, 17 de mayo de 2014

Lili Marleen, por Roger Ebert

El 1 de enero de 1981 el famoso crítico norteamericano Roger Ebert publicaba este comentario sobre Lili Marleen, de Fassbinder, que veremos en la última función del ciclo dedicado al director alemán, el miércoles 28 de mayo a las 20 horas, en Austria 2154, con proyección en 16mm.

El último Rainer Werner Fassbinder no es aquel joven director europeo que despreció el brillo de Hollywood. Justo él, que fue criado con las películas americanas, y un día durante su adolescencia dijo que su sueño era hacer una película tan hermosa como una de las grandes producciones de Hollywood de los años '30, incorporando su visión personal.

Los primeros trabajos de su asombrosa filmografía de aproximadamente 40 películas fueron hechos con presupuestos demasiado pequeños como para sostener aquella visión. Pero en los últimos años de su vida, en varias contaba con los presupuestos y moldes como para filmar películas que se vieran y sintieran tan elaboradas como aquellas producciones de estudio del Hollywood de preguerra. Los títulos incluyeron su "trilogía alemana" de El Matrimonio de María Braun, Lois y Veronika Voss, así como Lili Marleen.

Esta última es una película cargada de ironía. Protagonizada por Hanna Schygulla, que se había convertido en una estrella internacional tras aparecer en la gran producción María Braun. Aquel papel era sobre una mujer que trató, sin ayuda de nadie, de recrearse en una imagen exitosa; su vida transcurría paralela a la posguerra del "milagro económico alemán". Ahora en Lili Marleen hay otra mujer, llamada Willie, cuya vida pública transcurre en paralelo con el auge y caída del Nazismo.

El film comienza en 1938, tarde para un alemán bien informado y ser ingenuo sobre el partido Nazi, pero Willie no parece muy enterada. Canta en un cabaret, se enamora de Giancarlo Giannini, y comprende que es un líder en el submundo antinazi al que apoyará arriesgando su vida.

En Alemania, graba una versión de "Lili Marleen" que se convierte en el tema del momento en todas las radios. Comienza a ser identificada con la canción, con el Nazismo, y con el esfuerzo de guerra, y se convierte en una heroína nacional al mismo tiempo que reserva su vida privada al héroe de la resistencia, pareciendo capaz de reconciliar al público y los códigos privados que diametralmente se oponen.

La película entremezcla la investigación Nazi de las actividades de Giannini con los interminables momentos de Schygulla cantando "Lili Marleen", y hasta hay una apropiación irónica cuando Fassbinder inventa un nuevo instrumento de tortura Nazi: un breve bit del disco de "Lili Marleen" tocándola una y otra vez a un preso desvalido, una especie de tortura china de agua en los oídos.

Lili Marleen no es una de las grandes películas de Fassbinder, pero tiene un malvado sentido de humor, exhibido en las dos contraposiciones favoritas del director, la atenuación y la hipérbole. Sus personajes toman las grandes situaciones silenciosamente, y luego se vuelven histéricos con nimiedades; sus pequeñas ambiciones e intrigas los obsesionan mientras, en el fondo, la civilización se derrumba bajo la luz de una lamparita.

Roger Ebert
Traducción de Emiliano Penelas

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